Diseño

Cartografías del espacio imaginario de F. G. Torremocha

Catafracto 1

Un primer camino usado en ocasiones, es aquél que comienza con una serie de bocetos casi caligráficos. Los bocetos a una escala y la reproducción a otra, aseguran por un lado un control sobre los límites de la pieza y de alguna medida, su consistencia. Puede parecer contradictorio en una obra donde la profusión de planos es parte esencial de su naturaleza, sin embargo la improvisación se da en un marco metodológico concreto. Aunque este marco puede oscilar y cambiar y en ocasiones volver al origen de nuevo.

Torre de 10 aberturas

Torre de 10 aberturas

Se proyecta pues, esa ampliación del boceto en miniatura con una cuadricula, desde una cierta inexactitud, pero que conserva una inmediatez que la obra a mayor escala no permite. Este método es el más viejo conocido por artistas y diseñadores, sin embargo a veces, en piezas de menor formato no hay un plano que seguir y debe ser la intuición y la voluntad estética quienes determinan la evolución de una composición.

Pero hay un segundo camino: es aquí donde entra quizás el juego más irónico: la captación de un fragmento en una obra en curso o acabada y su escisión o traslación a una nueva obra. El discurso artístico correría el riesgo de convertirse en un zoom obsesivo y auto referenciado, si no fuera por que cada fragmento lleva en su esencia el código de una nueva obra completa. Al fin y al cabo un impulso es sólo eso: un detonante de nuevos recorridos.

Y quizás la tercera vía y la más frecuente es la que opera como en el rizoma de Deleuze y Guattari y plantea un proceder en el que cualquier fragmento puede modificar la obra entera llegando al extremo en el que se convierte en un vector inesperado y determinante. La transformación de la obra desde una de sus esquinas obliga a un nuevo plan. Y vuelta a empezar.

Estudio para ciudad Torre

Estudio para ciudad Torre

Cada pieza es el resultado de un conflicto, un carácter y una tendencia. El conflicto es entre la pulsión romántica de la obra y la cartesiana. Una voz dice que la obra debe ser contundente, austera y eficaz y la otra profusa, pasional, dramática. El carácter es el del obsesivo que habita aplastado por una interminable secuencia de correcciones y re-inicios. Acotado por una mirada insobornable y nada auto complaciente. La tendencia cambia dependiendo de la sensación o percepción con la que comienza la voluntad ejecutora. Unas obras tienden a ser objetos exentos animados. Otras se anclan en el límite del marco para formar torres o planos cercanos de entidades. Hay sin duda un ejército de imágenes del subsuelo de la memoria y de lo profundo del inconsciente. Ese tropel de imágenes es un registro ambiguo que ya no discrimina entre lo visto y lo soñado. Es, en todo caso un mundo fantasmagórico, post-apocalíptico, microscópico y codificado. Una sensación de que las obras no están retratando nada cotidiano. Arrojando un rastro estético que habla de algo universal, ya sea en la memoria colectiva o en un plano más teórico. En este plano referencial, obras medievales, renacentistas y de vanguardias recientes lanzan otro cable que permite a la obra una conexión con lo pictórico.

Ciudad torre nómada.

Ciudad torre nómada.

En ocasiones los dibujos son formaciones de extrema fragilidad encerradas en formas que intentan ser esenciales y rotundas. En otras, formas quebradas, incapaces de hallar su mejor orden y tensadas por esos “vientos” sutiles que son su misma esencia. El uso de elementos geométricos representa una renuncia voluntaria al gesto, a la calidez, a la amabilidad e incluso al ego. Por ello la obra debe establecer otro tipo de relación con lo pictórico, con el concepto de “cuadro” y con el concepto de autor. La naturaleza construye a partir del tiempo mediante formas orgánicas cuya esencia es el cambio y el movimiento. Cuando una voluntad estética renuncia a la curva pero mantiene el apego a las leyes y formas de lo natural, el resultado contiene algo entre lo grotesco y lo artificial, situándose en un plano evocador aunque paradójicamente se exprese en términos de exactitud.

Siameses

Siameses

Torre de 7 aberturas

Torre de 7 aberturas

Si bien el camino marcado por la proposición: “la verdadera libertad en diseño nace de las condiciones restrictivas del encargo” siempre fue una certeza, de pronto se produce la necesidad del encuentro con la tabla vacía. El ánimo expresivo como único principio surge como una impostura romántica que deja la obra inacabada y de algún modo, siempre fracasada. Una obra acabada con plenitud es una obra fría e inerte. Es en el naufragio donde se localiza la belleza y lo sublime.
En estos mapas inacabados subyace siempre movimiento. Cuando imaginamos el microcosmos surge la sospecha de que estamos construidos por poderosas fuerzas microscópicas e intentos de arquitecturas imposibles. Si estamos apuntalados por elementos mínimos que transgreden el espacio tiempo es porque posiblemente bajo una mirada limitada disfrutamos de una esencia múltidimensional que explosiona en las infinitas composiciones tanto de lo real como de lo que hemos llamado ingenuamente “lo imaginario”.

¿Quién es Fernando G. Torremocha?

F. G. Torremocha es su estudio de Madrid

F. G. Torremocha es su estudio de Madrid

Se pasó infancia y adolescencia dibujando y realizó el Bachillerato Artístico en la escuela de Artes aplicadas y oficios artísticos de la Palma en Madrid. (2 años académicos). Licenciado en Bellas Artes por la Universidad complutense de Madrid. (5 años académicos). Especialidad en diseño gráfico e ilustración. (2 años académicos). Diseño escenográfico, ilustración técnica y lenguaje audiovisual. (3 años académicos). Magister en comunicación gráfica, tipográfica y diseño editorial. Universidad Complutense. (2 años académicos).

Trabaja como diseñador gráfico. Fue profesor de Teoría del lenguaje gráfico en la escuela de artes visuales T.A.I. En Madrid.
Hace años que desarrolla su profesión en su propio estudio en Madrid, la cual compagina actualmente con la creación de su obra. Para ampliar información sobre F. G. Torremocha os recomendamos visitar su blog a través de este enlace.

Acerca del autor

José García

Me llamo José García, pero casi todos me llaman Pepe, soy arquitecto y el director de esta revista, que nacio por mi afición a bloguear, trabajo en la empresa Seven Folders Projects SLP y soy natural de Cuenca, España, aunque me considero ciudadano del mundo.

Dejar un comentario.